locura (De loco).
1. f. Privación del juicio o del uso de la razón.
2. f. Acción inconsiderada o gran desacierto.
3. f. Acción que, por su carácter anómalo, causa sorpresa.
4. f. Exaltación del ánimo o de los ánimos, producida por algún afecto u otro incentivo.
1. loc. adv. Muchísimo, extremadamente.
1. loc. adj. Extraordinario, fuera de lo común.
El caso de la mujer de 42 años de Girona que ha arrojado desde la planta 13º a sus dos hijas, un bebé de apenas unos meses y una niña de 11 años, y posteriormente se ha precipitado (Mirror, El Punt Avui, ElPeriódico) reabre el circo mediático sobre los padres que matan a sus hijos. En este caso por "suicidio extendido", también llamado "suicidio ampliado", "suicidio altruista", "muerte diádica".
Otros casos de infanticidio se producen por abandonos de bebés, como el cadáver del recién nacido encontrado dentro de un contenedor de la basura en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) (El País 16/12/15), o el bebé de una semana felizmente rescatado en Madrid (17/7/15). Poco frecuentes en nuestro medio, no son extraños en otras regiones del mundo.
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El Infanticidio indirecto no es infrecuente en ciertas regiones (2014) |
De manera inmediata salen a la superficie muchos clichés por parte de los expertos. Norman Sartorius en su excelente libro Fighting for Mental Health (2002) advierte:
"Los psiquiatras son requeridos para dibujar el perfil de hombres de estado, criminales o del famoso del momento, que nunca han visto pero aceptan hacerlo, aunque nada en su formación les capacite para hacerlo. Los psiquiatras realizan afirmaciones sobre el significado de comportamientos en un marco cultural que ni han estudiado ni están capacitados para estudiar. Mucho de lo que dicen parece razonable y mucho está en armonía con el modelo teórico que profesan".
En otras entradas ya se ha debatido el papel controvertido de los expertos en salud mental y los medios de comunicación en estos casos (pe., Andreas Lubitz: Mala Psiquiatría, Criminales, celebrities y diagnóstico psiquiátrico). En esta ocasión me gustaría considerar otros aspectos.
EL OBJETIVO
En esta entrada, se pretende reflexionar sobre cómo afecta el género, la cultura, y la enfermedad mental y/o el suicidio a nuestra valoración (profesional o no) sobre los que dan muerte a sus propios hijos. Para ello se ilustra un caso muy diferente al de la arquitecto catalana.
ALGUNAS ADVERTENCIAS PRELIMINARES
En el parricidio, se suele considerar que el suicidio posterior al homicidio es una prueba "irrefutable" de enfermedad mental del individuo, como en el caso de la arquitecto de Girona. Sin embargo existe una firme oposición a considerar este argumento en los suicidios de maltratadores o suicidio machista.
En el homicidio de los hijos, el factor cultural se mezcla con frecuencia con el factor género. Por ejemplo, en muchas culturas donde el aborto no es una opción técnica o moral, el infanticidio ha sido una formula aceptable de control de la natalidad. Generalmente realizado por las madres sobre las niñas. Aunque el tipo activo es raro, el infanticidio pasivo o indirecto sigue siendo relevante en muchas zonas del mundo (alimentación inadecuada, abandono o una crianza descuidada, especialmente cuando el bebé cae enfermo).
Cuando estos casos se producen en nuestro medio, el sinsentido está asegurado. Una muestra es el caso de la Condena a los padres de un bebé por mala alimentación, (11.12.15). La sentencia concluye que "el hombre, de férreas creencias religiosas y culturales de su país de origen, insistía en que se alimentara a sus hijos conforme a la dieta típica de su país”. De la mujer se dice que es "prácticamente analfabeta y muestra una total sumisión al marido, propia de la religión mahometana que profesan y de los roles imperantes en la cultura de su país de origen”.
En fin, infanticidio, enfermedad mental, suicidio, violencia de género, cultura, ... terrenos colosales que numerosos profesionales utilizan como su jardín de juegos. La intención de este blog, desde el principio, ha sido:
"Mirar las cosas de cara, ser capaces de sorprendernos, tener curiosidad y un poco de coraje; saber preguntar y saber escuchar; evitar los dogmas y las respuestas automáticas; no buscar necesariamente respuestas y aún menos fórmulas magistrales"
EL CASO EN LA PRENSA: PADRE DECAPITA A SU HIJA
Marcelo R., colombiano de 36 años, decapitó a su hija de 18 meses en Girona el 11 de noviembre del 2011, con un cuchillo de cocina. La hermana de la víctima, de siete años, se encontraba dentro de la casa aunque no resultó herida. Fue el padre el que llamó a los servicios de emergencias.
"En una llamada al 112, confesó haber matado a su hija menor y pidió que la policía se presentara pronto en su casa porque si no, siguiendo las órdenes del demonio, tendría que matar también a su otra hija. Mientras su padre acababa de una forma espeluznante con la vida de su hermana, la pequeña se encontraba ajena a lo que sucedía mirando dibujos en la televisión situada en otra habitación de la vivienda".
"Los Mossos le trasladaron para un reconocimiento médico al hospital psiquiátrico (sic) de Santa Caterina, en Salt, y luego lo volvieron a llevar al piso para reconstruir el crimen". "El hombre vivía con sus dos hijas y su mujer, también colombiana, que es médico y estaba trabajando cuando recibió la noticia. La mujer tuvo que recibir asistencia médica tras sufrir un ataque de nervios".
"El padre de las niñas está en el paro", según una vecina. "Es él quien cuidaba de las niñas y las iba a buscar al colegio". La vecina que escuchó al padre gritar desde el balcón sostiene que el hombre no estaba en plenas facultades mentales. "Le he visto varias veces salir al balcón desnudo y gritando, y con la música sonando a todo volumen. Este hombre no estaba bien", opinó.
Los Mossos hallaron en el ordenador una carta dirigida a su mujer. Relataba el crimen que habría cometido, aunque daba por hecho que había acabado con la vida de las dos pequeñas. Especificaba, además, que el día anterior había visto al demonio y había actuado obedeciéndole. Le decía a su mujer que las niñas no tendrían que soportar más dolor ni pagar las deudas que ellos tenían, y que se encontraban en el cielo donde la esperaban a ella. La emplazaba a verse en la próxima vida.
A pesar que en un primer momento se le dio asistencia psiquiátrica, el fiscal no ha tenido en cuenta ningún atenuante por enfermedad mental porque tanto el psicólogo forense de Barcelona que lo visitó, como la psiquiatra de Can Brians, concluyeron que no padece ningún trastorno mental. Según ellos, lo que quizás tiene es algún “síntoma psicótico”, pero que no afecta a sus facultades mentales (sic).
M.R.O., ha mantenido desde el primer día de juicio la misma versión: “Las voces de Satán entraban y salían de mí. Controlaba mi mente y perdí mis casillas: estuve poseído por el diablo”. Ha llegado a pedir que le hagan un exorcismo y ha explicado que los curas de su país natal, Colombia, ya le habían advertido de la existencia del maligno y de que la única forma de alejarlo de uno es a través de la oración.
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M.R.O., en la Audiencia Provincial de Girona |
EL JUICIO
En el juicio que empezó en noviembre del 2013 -dos años más tarde-, el fiscal solicita para el acusado una pena de 19 años de cárcel por un delito de asesinato con la concurrencia de alevosía, con el agravante de parentesco y el atenuante de confesión.
Antes de su declaración, el jurado ha escuchado la grabación de la estremecedora llamada que el acusado hizo al 112 tras matar a la pequeña:
“He matado a mi niña chiquita. Me lo ha dicho el demonio, ayúdenme a salvar a mi otra hija, por favor”, pidió a la agente de los Mossos que atendió la llamada y que lo entretuvo al aparato hasta que llegó la patrulla de agentes que habían enviado al domicilio. Su otra hija, que entonces tenía 8 años, estaba en el comedor de la vivienda, viendo la televisión, mientras su padre decapitaba a su hermana.
El acusado reconoció que ese día había escrito una nota a su esposa, que en el momento de los hechos estaba trabajando, en la que, según ha precisado el Ministerio Público, M.R. la culpaba de las penurias económicas que estaba pasando la familia y le reprochaba que por eso Satán había entrado dentro de su cuerpo.
LA SALUD MENTAL DE MRO: LOS PERITOS
El acusado ha reconocido que era alcohólico y ludópata (jugaba a las máquinas tragaperras), pero ha insistido en que esos problemas no eran los que le habían llevado a perpetrar el crimen. El verdadero culpable es el demonio, que le pedía que llevase a cabo un sacrificio satánico para poder “controlar” el alma de su hija.
Tres equipos de profesionales han emitido sus juicios diagnósticos (noviembre 2013)
Los psicólogos y psiquiatras que le atendieron en el pabellón psiquiátrico de la cárcel de Can Brians consideran que no presenta un “trastorno mayor “ pero "si le hemos detectado un Trastorno de la Personalidad No Especificado, con formas de funcionar no adecuadas". Entre estas características existe, por ejemplo, comportamientos narcisistas, incapacidad para expresar emociones, exageración de la realidad y teatralidad.
Refieren que es extraño que una persona que sufre un brote psicótico sea capaz de "controlarlo" y evitar asesinar a la otra víctima que su delirio exigía matar. De hecho, los psiquiatras que le han atendido en la prisión de Can Brians durante los últimos dos años han explicado que el acusado dejó el modulo psiquiátrico a los pocos meses de ingresar en la cárcel y después pasó a un modulo ordinario sin tomar medicación y experimentado una gran mejoría en su estado de ánimo y en su adaptación al centro.
Los peritos forenses de l´Institut de Medicina Legal, encabezado por los psiquiatras Álvaro Muro y Laura Gonzalo han afirmado que el perfil psicológico del acusado “está dentro de la normalidad y no presenta ninguna sintomatología depresiva ni psicótica ni ningún diagnóstico de trastorno mental severo”. Le entrevistaron poco después del crimen y expresaron que no le detectaron ningún “trastorno psiquiaátrico mayor “, "No sufre una psicosis aguda pues no existen síntomas psicóticos, ni alucinaciones, ni ideas delirantes." Sí que detectaron una "frialdad afectiva" al hablar de la hija de 18 meses a la que había decapitado con un cuchillo con poca afectación.
De esta manera, tanto los psiquiatras como los médicos forenses han admitido que R.O. presenta un trastorno de la personalidad no especificado, típicos de una persona que no acepta la responsabilidad de sus acciones y que tampoco presenta remordimientos por ellas.
Por el contrario, los psiquiatras que han comparecido a petición de la defensa, Alfonso Sanz y Bernat Noel Tifón, que no han cobrado por su asesoramiento, han sostenido que MR sufrió un trastorno psicótico breve, con “ideación delirante” (en referencia a las voces que atribuyó al diablo y que, según dice, le obligaron a cometer el crimen en una especie de “sacrificio satánico”).
Concluyen que todos los elementos apuntan a que en el momento de los hechos MR sufrió un trastorno psicótico breve que le afectaba gravemente las capacidades volitivas y cognitivas. "Es perfectamente compatible con un brote psicótico que fuera capaz de tener momentos de lucidez o que pudiese escribir una carta de despedida.
"Consideran que MR no es una persona fria y con dificultades para mostrar sus sentimientos debido a su personalidad, sino que señalan a un "embotamiento emocional" que le impide comprender al 100% lo que ha hecho. "Habla de la muerte de su hija como quien explica que se ha dejado un paquete de tabaco en el bar, esto es un factor más que corrobora que sufrió un brote" (sic)
El Ministerio Público solicita una pena de 19 años de cárcel por un delito de asesinato, ya que considera que el acusado era consciente “de la fragilidad, la absoluta indefensión y la poca edad de la pequeña”. Se aplica un agravante de parentesco y un atenuante de confesión, porque fue él mismo quien llamó al 112.
Por el contrario, el abogado defensor afirma que su cliente sufrió un “episodio psicótico” que anuló sus facultades mentales en el momento de los hechos, por lo que solicita que sea sometido a 15 años de internamiento psiquiátrico.
LA SENTENCIA: 19 AÑOS DE CÁRCEL
La sentencia fue de 19 años de prisión. La defensa recuerrió pues, de acuerdo con los hechos que se consideraron probados por el jurado, considera que deberían haberse aplicado dos atenuantes, una por ingesta de alcohol y la otra por “trastorno mental” (enero 2014).
El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ha confirmado la sentencia (agosto 2014)
Los peritos concluyen que no tiene un trastorno mental que "anule completamente las capacidades cognitivas y la voluntad en el momento de los hechos"
La madre de la víctima y ahora ya exmujer del acusado no pudo declarar. Se trasladó al hospital donde quedó ingresada. Evaluada por dos forenses, se concluyó que no estaba en condiciones para declarar pues la presión del juicio la había hecho recaer en la depresión mayor que sufre como consecuencia de los hechos.
CONCLUSIONES: BAD OR MAD (MALO O LOCO)
Como se muestra al principio de la entrada, las definiciones de la Real Academia Española (RAE) destacan que el concepto de locura y estar loco sigue relacionado a acciones que no se ajustan a nuestro uso de la razón. Por lo tanto, los sinónimos de locura son los téminos médicos de psicosis, esquizofrenia, demencia, paranoia, delirio, pero también los términos populares de insensatez, ceguera, ofuscación, disparate, excentricidad, ebriedad, exaltación, manía (entendido como una locura furiosa y no como exaltación del ánimo de los manuales modernos), frenesí o ventolera.
Siempre que aparecen casos de brutalidad extrema surgirá el debate acerca de si el autor está loco o es malvado (p.e., Hitler, el piloto Andreas Lubitz, jóvenes que se vuelven yihaidistas), con explicaciones más o menos neurocientíficas, p.e. syndrome Evil (Fried, Lancet 1997),
En los casos de infanticidio debidos a diferentes causas, como el suicidio expandido, los actos meditados y bizarros como la decapitación de MRO, el abandono de neonatos en los contenedores de basura, o por una mala nutrición, siempre se generará la controversia sobre si el acusado es alguien malvado o está loco.
No tengo interés en valorar el caso concreto de MRO, entre otras cosas porque no he entrevistado al individuo, pero si me he planteado cómo cambiaría mi (pre) juicio si el sujeto hubiera sido una mujer, arquitecto, hubiera sufrido o ejercido malos tratos, tomara alcohol, o se hubiera suicidado con posterioridad. Un caso con muchos de estos factores es el de Fiona Anderson, de 23 años, embarazada, muy conocida por los servicios sociales por sospecha de negligencia y malos tratos, sin trastorno mental mayor, y en el contexto de ruptura de pareja, asesinaba a sus tres hijos de 11 meses, 2 y 3 años. Posteriormente se suicidaba (The Guardian 2014).
Para finiquitar la entrada, las palabras del psiquiatra de la defensa, Dr Alfonso Sanz, la negrita es mía:
“No se puede decir que es normal que una persona le corte la cabeza a su hija mientras la otra hija está en el comedor viendo la televisión. Y corresponde a los profesionales de la psiquiatría poder explicar qué les ha pasado realmente, cosa que por ahora no siempre podemos hacer”
Completamente de acuerdo compañero, y sin embargo lo hacemos gratis y con una rotundidad extaordinaria