(Basado libremente en Fighting for Mental Health, de Norman Sartorius)
Se considera a la pereza como el peor de los vicios, un pecado más pernicioso que todos los demás en la tradición Cristiana. La pereza es enemiga de la audacia, el esfuerzo y la confianza en uno mismo. Es el vicio que afecta a todas las funciones del individuo y del colectivo. Se oculta bajo las excusas y las disculpas, con frecuencia presentadas como una espera prudente a una señal para volver a ser activa.
El progreso en psiquiatría depende de la dedicación en tiempo y energía de sus profesionales. Las condiciones en muchos hospitales han permanecido sin cambios durante décadas debido a la necesidad de que los psiquiatras invirtieran mucho de su tiempo en convencer a los responsables de mejorarlos.
Muchos programas de reforma de la salud mental han fracasado debido a que nadie ha tenido la motivación, persistencia y paciencia necesaria para cambiar actitudes y educar a las familias, el personal sanitario, los medios y a a la población general sobre los nuevos programas y sus roles en ellos.
En muchas ocasiones, los responsables de la toma de decisiones en salud no han provisto de servicios comunitarios a los pacientes psiquiátricos porque los líderes de la psiquiatría han fracasado en persuadirles en que debe hacerse. Incluso en países muy pobres, cuando los psiquiatras lo han intentado de manera firme y constante las condiciones de los servicios, la formación y la investigación han mejorado a pesar de la escasez financiera y la estigmatización de la profesión.
Ninguna otra receta funciona. Cuando el personal y sus líderes se ven afectados por la pereza, incluso notables aumentos de los presupuestos no tienen un efecto.
Muchos programas de reforma de la salud mental han fracasado debido a que nadie ha tenido la motivación, persistencia y paciencia necesaria para cambiar actitudes y educar a las familias, el personal sanitario, los medios y a a la población general sobre los nuevos programas y sus roles en ellos.
En muchas ocasiones, los responsables de la toma de decisiones en salud no han provisto de servicios comunitarios a los pacientes psiquiátricos porque los líderes de la psiquiatría han fracasado en persuadirles en que debe hacerse. Incluso en países muy pobres, cuando los psiquiatras lo han intentado de manera firme y constante las condiciones de los servicios, la formación y la investigación han mejorado a pesar de la escasez financiera y la estigmatización de la profesión.
Ninguna otra receta funciona. Cuando el personal y sus líderes se ven afectados por la pereza, incluso notables aumentos de los presupuestos no tienen un efecto.
Sin embargo, no es fácil encontrar energía para trabajar en el campo de la psiquiatría. Muchos factores convergen para extinguir la osadía, hacer que se decepcionen con la carrera y conducirlos hacia los síndromes tipo burn-out.
Todo intento de introducir cambios en la institución o de desarrollar un programa comunitario requiere una batalla heroica frente a poderosos clanes que se enfrentan a cualquier cambio que pueda afectar a sus beneficios reales o percibidos.
Como las reformas en psiquiatría frecuentemente requieren intervenciones sociales, pueden despertar intereses y confrontaciones políticas. La introducción de un programa de salud mental en las escuelas requiere largas negociaciones con las autoridades escolares, formación de formadores y maestros, y un apoyo incansable al programa.
Es por todo esto que el peor vicio de la psiquiatras es la reticencia a invertir tiempo y esfuerzo en los programas de salud mental. Sin compromiso y trabajo duro por parte de todos los profesionales de la salud mental es improbable que la psiquiatría mejore en un futuro próximo o lejano.
Como las reformas en psiquiatría frecuentemente requieren intervenciones sociales, pueden despertar intereses y confrontaciones políticas. La introducción de un programa de salud mental en las escuelas requiere largas negociaciones con las autoridades escolares, formación de formadores y maestros, y un apoyo incansable al programa.
Es por todo esto que el peor vicio de la psiquiatras es la reticencia a invertir tiempo y esfuerzo en los programas de salud mental. Sin compromiso y trabajo duro por parte de todos los profesionales de la salud mental es improbable que la psiquiatría mejore en un futuro próximo o lejano.