"Se propone clasificar la felicidad como un trastorno mental y su inclusión en futuras ediciones del DSM bajo el nombre de Trastorno afectivo Mayor, tipo placentero. En una revisión de la literatura se muestra que la felicidad es estadísticamente anormal, consiste en un conjunto de síntomas bien delimitado, se asocia con una variedad de anomalías cognitivas, y probablemente refleja el funcionamiento anormal del SNC. Una posible objeción a esta propuesta es que la felicidad no está valorada negativamente a nivel social. Sin embargo, esta objeción se rechaza como científicamente irrelevante"
P. Bentall 1992
Mientras Thomas Szasz afirma que los trastornos mentales (e.g., la esquizofrenia) no son enfermedades reales pues son distintas a las enfermedades físicas, Kenneth Kendler defiende que algunos trastornos mentales (e.g., la esquizofrenia) son enfermedades, y lo argumenta destacando las semejanzas con las enfermedades físicas. Como bien señala Bill Fulford, la diferencia no está en el concepto de trastorno mental, sino en qué criterios considera cada uno como elementos clave en la definición de una enfermedad (física) (ver tabla).
Pero esta confusión conceptual no es exclusiva de la psiquiatría. Sin ir más lejos, en el congreso de la American Medical Association (AMA) de 2013 se aprobó por votación considerar la obesidad como una enfermedad a pesar de los informes de distintos departamentos acerca de la ausencia de evidencia.
Todo ello refleja la deficiente formación conceptual de médicos y autoridades sanitarias que con demasiada frecuencia confunden fenómeno, síntoma, criterio operativo, factor de riesgo, dolencia, afección, síndrome, handicap (déficit, disfunción, minusvalía), trastorno, y enfermedad (física o mental).
De esta manera afirmaciones como "yo no creo en el TDAH", "la obesidad no es una enfermedad, sino una responsabilidad personal", "la depresión es una enfermedad cerebral" o "el síndrome de piernas inquietas en un invento de la industria" reflejan más la ideología del autor que la evidencia científica del momento.
Si los avances tecnológicos, los descubrimientos fortuitos (serendipity), los grupos de presión y la Industria Farmacéutica proponen cada año nuevos problemas que deben ser abordados bajo un enfoque médico, resulta imprescindible que médicos y autoridades sanitarias se planteen los aspectos conceptuales y metodológicos de una manera seria. Sólo hace falta recordar la formación en las facultades de medicina respecto a estos temas ...
Como es interesante no perder la perspectiva, P. Bentall (1992) con humor no exento de rigurosidad proponía la felicidad como trastorno mental pues realmente cumple muchos de los criterios aceptados para otros trastornos mentales. Creo que la lectura de A proposal to Classify happiness as a mental disorder se merece una sesión clínica en todo Departamento de Psiquiatría que se precie. Como dice en el abstract:
"Se propone clasificar la felicidad como un trastorno mental y su inclusión en futuras ediciones del DSM bajo el nombre de Trastorno afectivo Mayor, tipo placentero. En una revisión de la literatura se muestra que la felicidad es estadísticamente anormal, consiste en un conjunto de síntomas bien delimitado, se asocia con una variedad de anomalías cognitivas, y probablemente refleja el funcionamiento anormal del SNc. Una posible objeción a esta propuesta es que la felicidad no está valorada negativamente a nivel social. Sin embargo, esta objeción se rechaza como científicamente irrelevante"
Y yo añadiría, "presenta una alta heredabilidad y buena respuesta a diversos psicofármacos que han demostrado un potente efecto sobre la reducción de las puntuaciones de las escalas de felicidad".
Como afirma Randolph Nesse (2014), la felicidad o la infelicidad no son los fines de la selección natural, son medios. La selección natural no tiene objetivos, se trata de una serie de mecanismos formados sin motivación alguna, incluyendo la felicidad y la infelicidad, destinados a lograr el mayor éxito reproductivo.
Como afirma Randolph Nesse (2014), la felicidad o la infelicidad no son los fines de la selección natural, son medios. La selección natural no tiene objetivos, se trata de una serie de mecanismos formados sin motivación alguna, incluyendo la felicidad y la infelicidad, destinados a lograr el mayor éxito reproductivo.
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