"Mirar las cosas de cara, ser capaces de sorprendernos, tener curiosidad y un poco de coraje; saber preguntar y saber escuchar; evitar los dogmas y las respuestas automáticas; no buscar necesariamente respuestas y aún menos fórmulas magistrales" (Emili Manzano)

jueves, 28 de julio de 2016

CRISTIANISMO, POSTMODERNISMO Y DEPRESIÓN (2)

Rasgos del pensamiento postmoderno y la depresión 
de  S.E. Card. Javier Lozano Barragán, 2003


Una tentativa de estructurar el pensamiento postmoderno siguiendo las ideas de Nietzsche, Heidegger, Wittgenstein y otros pudiera quizá esbozarse en los siguientes puntos:


(1) DESCONFIANZA ACERCA DEL HOMBRE Y SU PENSAMIENTO

Caída de las grandes síntesis del pensamiento moderno. El pensamiento se ha vuelto débil. Se recurre a las tragedias motivadas por las ideologías de la modernidad que causaron millones de muertes y actos de barbarie. El pensamiento fuerte, pertenece a épocas primitivas de la humanidad, bárbaras, que ya han sido ahora superadas.




(2) DOMINIO DE LA RACIONALIDAD ESTÉTICA

Irracionalismo, el “homo sapiens” se vuelve ahora “homo sentimentalis”. En la modernidad se había divinizado la razón y se volvió un pensamiento fuerte, razón de todas las atrocidades cometidas, por ejemplo en Auschwitz. Ahora se acepta sólo el relativismo de pensamientos conflictuales, encarcelados en el lenguaje.




(3) EL RELATIVISMO

Sustituye a cualquier pretensión de un mundo racionalmente ordenado. A la racionalidad científica sustituye ahora la racionalidad estética.

La racionalidad científica se fundaba sobre los principios matemáticos y de la lógica, sobre el principio de identidad y de contradicción, sobre la reiterabilidad y verificabilidad de los acontecimientos; estos principios no tienen ninguna validez, hay que buscar otra fundamentación que es la estética.

La racionalidad estética se funda en la intensidad de los sentimientos, emociones, admiración y contemplación y la autenticidad de la experiencia, la dimensión sensible y afectiva del amor humano, de las decisiones personales y reacciones instintivas.

Para la postmodernidad la verdad no es adecuación con la realidad sino interpretación de la misma en una temporalización del ser. No existe más que la razón instrumental de carácter plural, incrédulo, lúdico, irónico, destructivo, inclinada a las tendencias superficiales de la curiosidad en una fenomenología de signos y apariencias.

La verdad se sustituye por el juego de imágenes, la ontología por la semántica, la determinación por la indeterminación, la trascendencia por la inmanencia, los conceptos por la metáfora. En vez del principio de causalidad se aduce el de la relación entre fenómenos. Es absurdo que la religión sea única, en lugar de Dios se impone un genérico divino. Se llega a un nihilismo teórico, a un relativismo ético y a una no normatividad moral


(CC-BY 4.0)  2014-2016 Ryan Reece  philosophy-in-figures.tumblr.com


(4) EL NIHILISMO

Es la filosofía de la nada. Seres, cosas, valores y principios se niegan y se reducen a nada. Es una oficialización de las tendencias destructivas existentes en la sociedad. Se liga en especial con Nietzche.

Nietzche distingue dos tipos de nihilismo, el bueno y el malo; el bueno consiste en destruir todos los valores del pasado para edificar otros nuevos que son los del superhombre. El malo consiste en esperar tranquilamente que los antiguos valores se acaben y no suplirlos por los del superhombre.

No se puede conocer la verdad, sino solo puntos de vista cambiantes. La voluntad no puede hacer nada bueno. Como Dios ha muerto no hay punto de referencia normativo alguno. La historia no puede tener un autoperfeccionamiento intrínseco. Todo es fugaz y provisorio, por tanto no se puede asumir ningún compromiso serio.

Proclama la “Ontofobia”, es la desertificación de todo. La verdad objetiva se sustituye con “puntos de vista”. La vida no tiene valor pues no es irrepetible, se transmuta en la reencarnación, por tanto se puede traficar con ella en la clonación, en los embriones supernumerarios, en la eugenesia, en la eutanasia, etc.




(5) DESCONFIANZA HACIA EL FUTURO

Todo es caducidad, fragmentación y caos, no hay ningún elemento eterno e inmutable. El presente es el punto de cruzamiento del pasado con el futuro y es lo único que cuenta. Hay una crisis de la temporalidad y un historicismo omnipresente, el pasado es como una especie de fotografías de un museo, fragmentos de simulacros e imágenes. La historia y el pasado son objeto de mercado que se consumen e intercambian. No es posible hacer ningún proyecto a futuro




(6) RETORNO AL MISTERIO Y PSEUDO RELIGIOSIDAD

No existe Dios sino dioses, muchos salvadores y religiones han sustituido al único Dios salvador. Se prospectan religiones sin Dios y sin Iglesia. Se habla del misterio, pero en una perspectiva meramente superficial, de oscuridades y nebulosidades.

Especialmente se refleja todo en la “New Age”, cuyo “credo” lo resume Jean Vernette en lo que llama “los 10 mandamientos de la New Age”. Estos son: 1. Esperarás con impaciencia la era del Acuario; 2. Creerás en el Gran Cambio; 3. Tu conciencia se despertará atentamente; 4. Te ocuparás de tu cuerpo de manera activa; 5. Seguirás a los maestros respetuosamente; 6. Creerás completamente en lo irracional; 7.Venerarás con fidelidad a la diosa Gaia (la Tierra); 8. Refutarás rigurosamente las religiones existentes; 9. Hablarás de los espíritus con toda naturalidad; 10. Te reirás de la muerte, con serenidad.

Esta religión prefiere que el hombre se haga dios y no que Dios se haga hombre. Dios no es una persona sino la más alta vibración del cosmos o la más elevada expresión de la conciencia trascendental. La verdad es creer: “es verdadero porque tú lo crees”; o bien, “aquello es verdadero con lo que te sientas bien”. Cada uno tiene una iluminación interior.

No hay culpa ni pecado, ni redención, ni expiación, ni gracia; no existe el mal, por tanto nadie es responsable del mal. No hay que temer la muerte, pues se da la reencarnación; no la resurrección. La religión consiste en proyectar sus propias expectativas, es una religión a la medida. Es el “pensamiento débil” religioso de una sociedad secularizada e individualista. Se rechaza totalmente el Cristianismo




(7) EL PRINCIPIO DE DIFERENCIA

No hay unidad sino sólo fragmentación, la sociedad se convierte en grupos de símbolos, asociaciones, movimientos. La solidez de partido político, individuo, nación, son sustituidos así




(8) LA TOLERANCIA

Por la comunicación rápida la sociedad actual adquiere las características de ser pluricultural y pluriracial. Es una sociedad sin equilibrio.




(9) EL MUNDO

Se parte de un Ecologismo totalizante que significa el desarrollo sustentable, que se suele conocer como “la Paz Verde” y se coloca como reacción contra los efectos perversos del dominio tecnológico. La afirmación central es que el hombre depende de la naturaleza y no la naturaleza del hombre. El mundo no tiene ni sentido ni valor, no tiene meta alguna que se lo dé. Está desacralizado. No existe más como creación de Dios sino como universo o universos, como mundos infinitos sujetos a las ciencias, llamadas a descubrirlos, a dominarlos, y en caso de prosperidad, disfrutarlos.

El mundo es así incierto, débil y con un futuro impredecible. Es sólo un depósito de cosas y objetos, no tiene ningún orden divino inserto en las leyes de la naturaleza. Las ciencias no miran a la construcción humana sino al progreso como tal; se dirigen a su finalidad práctica, por ejemplo, acrecentar el bienestar, nutrirse mejor, habitar mejor, etc., sin ninguna valoración ética. La técnica y el saber científico son motivados por intereses económicos y contratos comerciales; queda totalmente suprimida la gratuidad. Los horizontes de su esperanza se encierran en lo provisorio y en lo inmediatamente accesible.


The Descent of the Modernists, por EJ Pace, Christian Cartoons (1922)


(10) EL HOMBRE

La vida social se encierra en lo económico y lo político. El hombre se siente perdido y sin posibilidad de integración. No tiene ni sentido ni rumbo; es un “turista”, un “vagabundo”, un “extranjero moral”. La función del sentido de todo lo daba antes la religión. Ahora ésta se relega sólo a lo privado, sin ingerencia ni económica ni política. El hombre se pone en la posición que antes se asignaba a Dios.

Se da un nihilismo en el campo filosófico, un relativismo en el campo gnoseológico y moral y un pragmatismo en la vida cotidiana. El hombre no es más el centro de la naturaleza que bajo el dominio de Dios domina todas las cosas, sino una parte de la naturaleza como las plantas y los animales.

Se habla de las cuatro épocas del hombre: el “primer hombre” fue el de la cultura filosófica griega, el “segundo hombre”, el de la cultura medieval cristiana, el “tercer hombre” el hombre científico de la modernidad; ahora estamos frente al “cuarto hombre”, el hombre del consumo y del audiovisual.




No se rehusa ahora ni la filosofía, ni la religión, ni la ciencia, pero se consideran como juegos lingüísticos en el caleidosopio pirotécnico de un saber pluralístico y disipado: “Dios ha muerto, sin embargo se puede todavía creer en Dios; las dos cosas en el fondo se equivalen” (G Morra 1992)) . Se llega a un sincretismo o a una indiferencia total. Así el hombre postmoderno permanece solo, débil, pobre e inseguro; al perder a Dios ha perdido su propia identidad.

El primero y segundo hombre eran una síntesis equilibrada de historia y metahistoria. Tal síntesis fue destruida por el tercer hombre que sustituyó la religión y la filosofía con las ciencias. En cuanto a la historia de la humanidad se afirma que no hay historia, ni pasado con validez. No hay pasado ni futuro, se vive sólo el hoy en el placer y para el placer, por eso vale la pena ser fuerte e insuperable.

El sufrimiento, especialmente en la fase terminal, no es agradable, ni bueno, ni útil para nadie, por eso no tiene sentido, hay que eliminarlo por cualquier medio disponible: suicidio, eutanasia, etc. Se invita a los superhombres, que Engelhardt llama “cosmpolitas” y que serían los expertos en Biogenética, a que realicen la eliminación ayudando al paciente terminal a "morir con dignidad”.



El cuarto hombre es un hombre sin calidad. Ha pasado de la tecnología de las necesidades a la tecnología de los deseos. Siente sólo deseos que contentar y satisfacer, no más necesidades. Esto lo puede realizar especialmente a través de la forma tecnológica más adecuada que son los medios audiovisuales. El saber filosófico era propio del primer hombre, el religioso del segundo, el científico del tercero, el saber expresivo, del cuarto.

Hay una confusión entre cara y máscara, entre historia y fábula. Los medios de comunicación crean esta confusión de manera que finalmente ni siquiera la fábula exista. Este es el nuevo saber, es el saber del arte o estético.

Así se constituye el hombre radical. Este hombre radical profesa un individualismo total, posesivo y anárquico; se manifiesta en una serie de negaciones: es antifamiliar, antimilitarista, anticlerical, antipartidista, antiestatal. A su espontaneidad atribuye un valor absoluto, con las consecuencias sociopolíticas de liberación sexual, homosexualidad, feminismo, aborto, divorcio, lucha contra los manicomios, contra las cárceles, contra concordatos, abolición de la enseñanza religiosa, etc. Es el hombre de la anticultura radical.

Para este hombre, no es lo mismo persona que individuo. Persona es sólo un conjunto de actividades o propiedades, como las operaciones mentales, la autoconciencia, la sensorialidad, la capacidad comunicativa y la representatividad simbólica. En el caso de que estas actividades no se den, no se es persona sino sólo individuo. Así cuando por ejemplo se mata a un hombre que no es consciente, no se es culpable, pues no se suprime la persona sino un individuo; así explican la licitud de la destrucción de embriones, de la clonación terapéutica, de la eugenesia, la eutanasia, etc.

El único mal es la represión. Nadie debe cohibir a nadie. Al dicho “todos somos pecadores” se contrapone “todos somos perfectos”. Cada uno es la medida del bien. Así cada uno puede usar a los demás y a todo lo que exista como objetos para llenar sus propios deseos. Se es así plenamente libre. Sólo se tienen derechos, ninguna obligación. El poder público sólo se legitima por el principio de utilidad. La felicidad es igual al bienestar y al placer que no consiste en llenar necesidades sino deseos, en consumir objetos, experiencias. El consumismo es el nuevo dios



El hombre radical no tiene ningún límite si no es el contrato. La ley no lo vincula porque ésta se dirige al bien común que se niega. Sólo se acepta el contrato como reciprocidad y sólo en el caso de que sea ventajoso, los contratos que no sean ventajosos no se renuevan. Y cuando la parte en desventaja se rebela, se usa la fuerza de cualquier tipo por parte del fuerte y suprime al débil. Así se legitima la producción, comercialización y uso indiscriminado de cualquier clase de armas. Se pasa de la defensa de los derechos del hombre a la defensa del hombre de los derechos.

El ambiente en el que vive este hombre es el mundo evolucionado de la alta tecnología en el que los países ricos desean dictar las normas a todos, dentro de la globalización económica computarizada, para vivir a costa de los países pobres que no cuentan más que como potencialidades de explotación-inversión, sea de materias primas o de mano de obra barata. Las inversiones se hallan en manos anónimas de sociedades por acciones en las que el único móvil es la mayor ganancia económica de acuerdo a la variación de los mercados.

 En consecuencia tenemos la “ciencia sin conciencia” como expresión del “homo potens”, señor de la vida y de la muerte, quien sin embargo sigue temiendo a la muerte, que ha querido disfrazar, incluso decorando a los cadáveres en las funerarias de lujo, dibujándoles una sonrisa. A pesar de todo, la experiencia comprueba que el “homo potens” en lo profundo se ha vuelto el “homo pavidus”.




No es de sorprender que en un mundo que se quiere estructurar de esta manera nos encontremos con la depresión como el mayor asesino que exista.

Dentro de la cultura de la postmodernidad habrá quienes expliquen la depresión como un conflicto motivado por los viejos tabúes sexuales examinados por el psicoanálisis; o bien por problemas biológicos causados por la serotonina o noradenalina cerebrales; o por lo que llaman conflictos cognotivistas cerebrales; o también que la atribuyan a reacciones llamadas sistémicas porque se pueden curar recurriendo al “sistema” dentro de una terapia familiar; otros recurrirán a las teorías de la Gestalt opinando que la depresión se deba a una especie de molde psíquico, creado por factores endógenos y exógenos, que dentro del instinto de conservación rechaza un evento desagradable.

No cabe duda que hay depresiones debidas a trastornos fisiológicos y que por tanto deben curarse con medicamentos que los arreglen. Otros serán psicológicos, afectivos, o de cualquier otro género; pero en el fondo se encuentra a mi entender toda esta mentalidad postmoderna que hemos tratado de sintetizar y sistematizar, que de una manera más o menos explícita penetra los contenidos culturales de la sociedad actual que nos da la Paralogía de la inestabilidad.

Es el declinar del pensamiento, que se ha llamado con propiedad “pensamiento débil” y que como tal no puede generar otra cosa que la cultura horrenda de la muerte, que provocando en lo profundo un miedo incontrolable se expresa abiertamente en toda clase de depresiones.





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