Ora tument ira- hace imposible pensar con claridad, ser eficaz y discriminar en el acto. Incluso los Dioses cuando se enfadan pierden el juicio, destruyen lo bueno junto con lo malo, castigan a muchos sin motivo. En los mitos a veces muestran arrepentimiento por sus acciones, pero raramente reparan el daño realizado.
Para el hombre, la forma extrema de la ira es la guerra. Infligir dolor y pérdidas a aquellos vistos como enemigos, sin considerar el daño a terceros. Durante mucho tiempo, y sin razones aceptables, la guerra ha sido una forma de vida para la psiquiatría con las distintas escuelas luchando entre ellas.
Los partidarios de una aproximación biológica a la comprensión del funcionamiento psíquico han decidido mofarse de los que siguen una orientación psicodinámica que a cambio atacan a los defensores de una psiquiatría "sin mente". Los psiquiatras académicos ignoran a la psiquiatría hospitalaria como un producto intelectual de segunda categoría y el personal de los hospitales apenas comprende ni tiene buenas palabras hacia los líderes de la comunidad o la psiquiatría académica. La psiquiatría social no sólo ha sobrevalorado la influencia de los factores sociales, también ha atacado con frecuencia a otras orientaciones psiquiátricas, recordando al observador a las guerras religiosas y las conductas de las sectas religiosas, todas supuestamente en busca de la iluminación y todas violentamente críticas de todas las formas de buscarla, excepto la suya propia.
Ninguna otra rama de la medicina presenta tal animadversión entre los defensores de diferente aproximaciones teóricas y prácticas. Como Dioses airados, las sectas psiquiátricas están dispuestas a rechazar todo conocimiento que otras sectas poseen: se ataca ferozmente tanto lo bueno como lo malo. Incluso los psiquiatras que se declaran eclécticos -manifestando que aceptan lo mejor de cada orientación- rara vez profundizan en diversas escuelas y no se han mostrado dispuestos a conciliarlas.
Los partidarios de una aproximación biológica a la comprensión del funcionamiento psíquico han decidido mofarse de los que siguen una orientación psicodinámica que a cambio atacan a los defensores de una psiquiatría "sin mente". Los psiquiatras académicos ignoran a la psiquiatría hospitalaria como un producto intelectual de segunda categoría y el personal de los hospitales apenas comprende ni tiene buenas palabras hacia los líderes de la comunidad o la psiquiatría académica. La psiquiatría social no sólo ha sobrevalorado la influencia de los factores sociales, también ha atacado con frecuencia a otras orientaciones psiquiátricas, recordando al observador a las guerras religiosas y las conductas de las sectas religiosas, todas supuestamente en busca de la iluminación y todas violentamente críticas de todas las formas de buscarla, excepto la suya propia.
Ninguna otra rama de la medicina presenta tal animadversión entre los defensores de diferente aproximaciones teóricas y prácticas. Como Dioses airados, las sectas psiquiátricas están dispuestas a rechazar todo conocimiento que otras sectas poseen: se ataca ferozmente tanto lo bueno como lo malo. Incluso los psiquiatras que se declaran eclécticos -manifestando que aceptan lo mejor de cada orientación- rara vez profundizan en diversas escuelas y no se han mostrado dispuestos a conciliarlas.
Un paso vital en el desarrollo de la psiquiatría es la unificación. Es muy poco probable que los gobiernos y la medicina general quiera escuchar a los miembros de una profesión hablando con decenas de voces contradictorias entre sí. Mientras que puede ser enriquecedor, epistemológicamente hablando, buscar "la verdad" a través de varios caminos, se debe desarrollar un consenso sobre las vías de diagnóstico y tratamiento de los trastornos mentales usando el mejor conocimiento y experiencia. La guía desarrollada no será válida siempre y deberá ser revisada en acuerdo de la profesión como un todo. La guerra y la ira dentro de la psiquiatría es un desperdicio y disminuye la probabilidad de progreso y su aplicación práctica.
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