"Mirar las cosas de cara, ser capaces de sorprendernos, tener curiosidad y un poco de coraje; saber preguntar y saber escuchar; evitar los dogmas y las respuestas automáticas; no buscar necesariamente respuestas y aún menos fórmulas magistrales" (Emili Manzano)

sábado, 2 de enero de 2016

EL EXPERIMENTO DE LA PRISIÓN DE STANFORD


"Una prisión de verdad dirigida por psicólogos en lugar de el estado"

Los terribles experimentos realizados por algunos médicos Nazi condujo, en 1946, a la primera guía sobre la investigación con humanos aceptada internacionalmente: el Código de Nuremberg. Este código consistía en 10 principios básicos y fue incorporado por la profesión médica en la Declaración de Helsinki, que fue publicada por primera vez por la OMS en 1964 y actualizada por última vez en 2013.

Sin embargo, como muestra la literatura, la mayoría de los investigadores no aplicaban estas normas a sus pacientes pues creían que se aplicaban sólo a médicos con objetivos malvados, como los procesados en Nuremberg. Por ejemplo, era habitual incluir a los pacientes en diversos estudios hospitalarios sin informarles. 



A grandes rasgos, estas guías resaltan 3 aspectos éticos para la realización de un experimento: 

1- El objetivo global del experimento debe ser positivo para la humanidad 
2- El experimentador debe buscar el bien individual de los participantes y minimizar el riesgo de daños 
3- Respetar la autonomía de los participantes. Aunque el objetivo del experimento sea noble, y el investigador considere que el riesgo es mínimo, el individuo puede no participar o abandonar en cualquier momento.

Sin embargo, desde entonces han aparecido algunos estudios que bajo el prisma actual nos parecen éticamente inaceptables. El reciente lanzamiento de la película The Stanford Prison Experiment (2015) es una ocasión ideal para recodar este Estudio que se llevó a cabo en agosto de 1971






En septiembre de 1973 se publicaba A Study of Prisoners and Guards in a Simulated Prison, firmado por Haney, Banks y Zimbardo. El artículo recogía en apenas 17 páginas lo que pasaría en llamarse The Stanford Prison Experiment

El domingo por la mañana del 14 de agostos de 1971, en California, una docena de universitarios eran arrestados por la policía en sus domicilios, como sujetos que voluntariamente habían aceptado participar en un experimento. El jefe de policía, ras las violentas manifestaciones anti Guerra del Vietnam en el campus de la Universidad de Stanford estaba más que dispuesto a participar en un experimento sobre ... la autoridad.


Estos universitarios de los cursos de verano de Stanford habían contestado un anuncio local que solicitaba voluntarios para un estudio sobre la vida en las prisiones que duraría dos semanas por una paga de 15$ al día. Tras entrevistar a más de 70 individuos se eligió a dos docenas entre los más estables, aquellos sin rasgos psicopáticos o antecedentes penales. Los estudiantes no se conocían entre ellos.



Se construyó un simulacro de prisión en los sótanos del departamento de psicología de la Universidad de Stanford. El espacio era un corredor desierto, sin luz natural, con celdas con barrotes y un pequeño patio. Una única puerta para entrar o salir al extremo del corredor. Cámaras de vídeo y micrófonos en celdas y salas para monitorizar las conversaciones de manera inadvertida.


Los estudiantes fueron divididos al azar entre prisioneros y guardias. Los guardias eligieron sus ropas y establecieron las normas para la correcta conducta de los presos. Lo único que no estaba permitido era el maltrato físico. Los presos vestían una bata y se identificaban por números cosidos y no por sus nombres.




El Human Subjects Review Board de la Universidad aprobó el estudio, con la única corrección de exigir extintores debido al difícil acceso. Irónicamente, los chorros de estos mismos extintores serían utilizados  por los guardias contra los presos.

La mayoría de los guardias tardaron un día entero en adaptarse a sus nuevos roles como dominantes, poderosos y coercitivos. Los encuentros iniciales estuvieron marcados por la extrañeza entre los dos grupos de participantes. 

Sin embargo, la sitiación cambió radicalmente al segundo día, cuando algunos prisioneros instaron a los demás a rebelarse ante las normas y restricciones. Trataron de identificarse, se arrancaron los números de prisioneros, y provocaban a los guardias.

Zimbardo instó a los guardias a manejar la situación por sus propios medios. Llamaron a todos los guardias disponibles, y el turno nocturno realizó horas extraordinarias. Juntos, sofocaron la rebelión y desarrollaron un gran sentido de camaradería, junto con una antipatía personal hacia los presos que les habían agraviado.

Los prisioneros fueron castigados de diversas formas. Fueron desnudados, dejados en aislamiento durante horas, privados de comidas y mantas, y obligados a realizar flexiones, y conductas sin finalidad.




También desarrollaron estrategias psicológicas de "divide y vencerás" al crear la "celda de privilegio" en la que los prisioneros menores rebeldes disfrutaban de una buena comida o una buena cama. Esta estrategia tuvo un inmediato efecto sobre los prisioneros, creando desconfianza y suspicacia entre los prisioneros.


Las conductas de ambos grupos se fueron haciendo cada vez más extremas, y sin embargo los investigadores seguían reuniéndose con los padres para hablar sobre las condiciones y el estado mental de los presos.



Zimbardo con los padres de los "presos"

Solo la intervención de Christina Maslach, una nueva maestra de psicología primeriza y compañera sentimental de uno de los autores del estudio, les hizo reflexionar. Quedó horrorizada ante la conducta de jóvenes normales actuando como prisioneros sumisos e indefensos o como guardias sádicos y todopoderosos.

Los estudiantes presos fueron retirados del estudio progresivamente. Uno por conductas bizarras, otro por reacciones psicosomáticas, un tercero tras una huelga de hambre .... El experimento se tuvo que cancelar tras sólo 6 días de los 14 previstos.

Como diría uno de los estudiantes presos "a real prison run by psychologists instead of run by the state."

Desde entonces se ha convertido en un clásico con frecuentes revisitaciones, e incluso un monográfico e El APA en 1996 a raiz de su 25Th aniversario, Reflections on the Stanford Prison Experiment.

Mejor que la película, puedes seguir la historia en su web, www.prisonexp.org/the-story












No hay comentarios:

Publicar un comentario