"Mirar las cosas de cara, ser capaces de sorprendernos, tener curiosidad y un poco de coraje; saber preguntar y saber escuchar; evitar los dogmas y las respuestas automáticas; no buscar necesariamente respuestas y aún menos fórmulas magistrales" (Emili Manzano)

domingo, 1 de septiembre de 2013

LOS 7 PECADOS CAPITALES DE LA PSIQUIATRÍA: LUJURIA (6/7)

(Basado libremente en Fighting for Mental Health, de Norman Sartorius)

   La búsqueda de las causas del trastorno mental ha sido, durante mucho tiempo, marcada por la esperanza y la insistencia de que un único mecanismo causal explicara el funcionamiento mental y sus alteraciones.  Durante un periodo se consideró que las experiencias sexuales eran el pilar de las anomalías psíquicas y el factor más importante del desarrollo mental humano. Antes de eso, se consideró que la degeneración (herencia de una evolución patológica) y los vicios eran la causa central de las enfermedades mentales. También el condicionamiento y los procesos relacionados se consideraron temporalmente como la respuesta a todas las preguntas sobre las causas. Más recientemente, las anomalías de los receptores cerebrales son la prioridad en los discursos explicatorios. Cada uno de estos intentos de comprensión del complejo funcionamiento mental poseen la belleza de una ingeniosa construcción y el valor de poseer un pedazo de verdad. No hay nada erróneo en proponerlos e investigar si resisten a la luz de las evidencias. Lo malo es que cada vez fueron presentados no como una parte de las respuestas sino como la verdad completa y autosuficiente. 

   La actividad sexual como modelo explicativo no produjo el pecado de lujuria: fue la excesiva satisfacción en sí misma la que resultó pecaminosa. La psiquiatría también pecó por la sensación de gratificación excesiva acerca de sus teorías explicativas.  Pecó porque cerró otras rutas de investigación cuando seleccionó una teoría causal y centró toda su atención en una única fuente de explicación. En Europa del Este, durante la existencia del sistema Soviético, las publicaciones de psiquiatría debían ir precedidas de una explicación sobre la forma en que el material presentado apoyaba las perspectivas de Pavlov. En las revistas biologicistas resulta difícil la publicación de material si no contiene datos numéricos.

   El psicoanálisis fue proclamado como el método que permitía la resolución de los problemas mentales y la reconstrucción de las personalidades en modos más productivos y maduros. Durante mucho tiempo, la adhesión al método psicoanalítico bloqueó la investigación de otras vías.  Fue -y en muchos países todavía es- un sacrilegio oponerse al pensamiento psicoanalítico y aplicar un tratamiento que no siguiera sus doctrinas. Los intentos de hacerlo fueron considerados como signos de una oposición enfermiza al maestro y a sus enseñanzas y tenían desagradables consecuencias para la carrera profesional. 

   Más que cualquier otra disciplina, la psiquiatría peca de excesiva satisfacción en cada una de sus teorías y pierde demasiado tiempo en la sobreexplotación de ciertas líneas de investigación con la negligencia de otras igualmente prometedoras. Tal vez ha llegado el momento de que la psiquiatría sea capaz de tolerar e incluso disfruta de los diferentes aproximaciones de los miembros de la profesión.

   La virtud que corresponde a la lujuria es la castidad, es decir, el comportamiento voluntario a la moderación y adecuada regulación de la regulación de satisfacciones. 







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