"Se ha dicho que la muerte nos iguala a todos, pero el morir no. El morir nos diferencia mucho. Más que la misma muerte, lo que me da miedo es la forma en que vendrá, lo que tendré que sufrir" (Marc Antoni Broggi 2011)
"Uno de los encuentros más desafortunados en la medicina moderna es la de un anciano débil e indefenso que se acerca al final de su vida solo, frente a un médico joven, dinámico y atareado que empieza su carrera profesional" (My Father´s Death, de B Kaiser)
A Lidia Loza (1964-2014)
Uno de los mayores impedimentos a la hora de morir de manera apropiada (como dice Marc Antoni Broggi) es confiar demasiado en la racionalización para prepararse, como si se tratara de un reto intelectual.
Un ejemplo es la excelente Wit, obra de teatro de Margaret Edson, una maestra de primaria que trabajó en una sala de oncología de un hospital dedicado ala investigación. La obra, ganadora del prestigioso premio Pullitzer, muestra la evolución de una enfermal de carcinoma de ovarios y cómo afronta el proceso patológico y los efectos adversos de su tratamiento hasta su muerte.
La protagonista, Vivian Bearing, es una brillante profesora de literatura, especializada en el poeta metafísico John Donne cuyo tema central es la muerte. Su profunda comprensión de los versos y su ingenio (wit) le permiten una serena actitud: "se convocan a todas las fuerzas del intelecto para vencer al enemigo, que no es otro que la muerte."
Su capacidad intelectual y su dominio del lenguaje le permiten mantener la calma y diseccionar la frialdad del hospital, en las formas del Jefes de Servicio, el residente, los estudiantes, la enfermería, ... "La muerte no es algo que se pueda representar con signos de admiración, puntos y comas, o mayúsculas; tan sólo una simple coma separa la vida de la muerte, nada más."
Pero con la evolución de la enfermedad se va dando cuenta que no se trata de "una simple coma" para traspasar, que también hay signos de exclamación ante la incertidumbre, mayúsculas ante el dolor. No todo lo puede abarcar las defensas de la razón. Ve la frialdad de los profesionales del hospital, que quieren saber sobre su enfermedad más de lo que se interesan por su sufrimiento, y recuerda su propia forma de tratar a los alumnos menos dotados intelectualmente.
El gran mérito de la autora es trasmitir todo esto sin grandilocuencias ni simplificaciones didácticas. Es precisamente porque nos admira la envidiable autosuficiencia mental de Vivian, su manejo del rol de enfermo, su agudísimo sentido del humor, por lo que sobrecoge más su vulnerabilidad final.
Como señalaba Eric J Cassel en su clásico The nature of suffering and the goals of medicine de 1982,
"El fracaso de los médicos en entender la naturaleza del sufrimiento puede conducir a intervenciones médicas que, aunque técnicamente adecuadas, no sólo fallen al aliviar el sufrimiento sino que se conviertan en fuente de sufrimiento por sí mismas"
Existe una buena adaptación cinematográfica en 2005 por la HBO, del director Mike Nichols e interpretada por Emma Thomson.
Nunca ha habido tanta confianza en la medicina en general y tan poca, en cambio, en el médico en particular.
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