"Mirar las cosas de cara, ser capaces de sorprendernos, tener curiosidad y un poco de coraje; saber preguntar y saber escuchar; evitar los dogmas y las respuestas automáticas; no buscar necesariamente respuestas y aún menos fórmulas magistrales" (Emili Manzano)

jueves, 22 de septiembre de 2016

HOMOSEXUALIDAD Y PEDERASTIA COMO ENFERMEDADES

"El feminismo es una teoría, el lesbianismo la práctica."  Ti-Grace Atkinson (1970s) 
"Las feministas que duermen con hombres están entregando sus energías más vitales al opresor."  Jill Johnson, Lesbian Nation (1973)

La observación detallada de las mujeres de las grandes ciudades pronto nos convence de que la homosexualidad no es infrecuente. Casi siempre se puede sospechat Uranismo en mujeres que llevan el pelo corto, o que se visten a la manera de hombres, o realizan deportes y pasatiempos de sus conocidos varones. ; (...) El amor por las artes encuentar un sustituto en la práctica de las ciencias. En ocasiones fumar y beber se realizan incluso con emoción. Se desdeñan los dulces yl os perfumes." Richard von Krafft-Ebing, Psychopathia Sexualis (1886)


En la actualidad, la comunidad científica y la población general (mayoritariamente) no entienden la homosexualidad como una enfermedad. Esta idea es previa a conocer si la orientación sexual se asocia a traumas infantiles, causas genéticas u hormonales, diferencias anatómicas cerebrales, o si existe la posibilidad de curación/modificación a partir de cambios  políticos/morales/religiosos, fármacos o psicoterapia. Esto es así porque no existe ningún método para determinar de manera objetiva si un fenómeno o una conducta son variantes de la normalidad o patologías:

  • (1) no existe una definición única de enfermedad (física o mental); 
  • (2) existen muchas condiciones "naturales" que cumplen la mayoría de los criterios de enfermedad (p.e., envejecimiento); 
  • (3) es necesario que una condición clínica (problema, dolencia o illness) sea valorada de manera negativa  por parte de la población  (obesidad, bajo/alto deseo sexual, alcoholismo, suicidio, impulsividad) antes de ser incorporada al campo de estudio de la medicina y construirse como una enfermedad (disease)


De esta manera, por ejemplo, la asociación de la homosexualidad con una variación genética sería considerada por los que conciben la homosexualidad como una enfermedad, como una evidencia de que se trata de una anomalía que se debe corregir. Por otro lado, para los que consideran que no es una enfermedad, sería una prueba de que la homosexualidad es una condición innata y no una desviación sexual a modificar.

Esta transición entre conductas infrecuentes, condiciones inmorales y enfermedades es frecuente en medicina (p.e., obesidad) y sobretodo en psiquiatría (p.e.,TDAH, dependencia de alcohol). En pocos aspectos de la vida del individuo  queda todo ello tan patente como en la sexualidad.

En la cultura clásica la masculinidad se identificaba con la actitud dominante, con el rol sexual penetrante. La penetración era un signo de virilidad y estatus. Se consideraba "antinatural" el deseo de ser penetrado pues reducía a un rol inferior de mujer o esclavo. Los sujetos "apropiados" para ser penetrados eran mujeres, chicos, extranjeros y esclavos.

En la Grecia clasica el estatus se organizaba alrededor de la distinción activo/pasivo y no heterosexual/homosexual que solo aparecería mucho más tarde en la historia. 




Aunque la poesía griega ampara la idea de de que es mejor tener ejércitos compuestos por amantes varones pues lucharán con mayor furia para proteger e impresionar a sus amantes,  las relaciones entre dos hombre adultos generaban gran intranquilidad. Dada la importancia del rol penetrante para el estatus social del varón. los adolescentes solucionaban este problema pues no alcanzaban la ciudadanía hasta la edad adulta. Los efebos se consideran deseables desde el inicio de la pubertad hasta la adolescencia tardia (hasta la aparición de vello púbico y la barba).

El término utilizado para describir la búsqueda de adolescentes varones por adultos varones fue paederastia. A diferencia de las actitudes morales modernas hacia el sexo entre maestros y alumnos, la paederastia se consideraba como una enseñanza erótica y pedagógica entre un adulto, el erastes (amante), y un joven pasivo, el eromenos (amado), habitualmente entre 12 y 17-20 años. 

Sin embargo, ni los maestros profesionales ni los entrenadores, con frecuencia antiguos esclavos, podían seducir a sus estudiantes, ni los esclavos podían seducir a jóvenes nacidos libres y futuros ciudadanos. Con frecuencia presentada como una parte natural de la educación del joven, la pederastia institucionalizaba una relación en la cual el mentor instruía al muchacho en asuntos filosóficos y de conocimiento general, y le preparaba para su rol de ciudadano. 







A pesar de la aceptación general, existían preocupaciones morales y una rígida etiqueta sexual en el tema. Los muchachos libres eran futuros ciudadanos, por lo que no debían experimentar deseo durante las relaciones. Si concedían favores sexuales a hombres adultos se esperaba que fueran motivadas por phillia, esto es, amistad, respeto, y afecto por el demandante, y sólo tras un largo y, en ocasiones, caro cortejo. La obtención de placer sexual podía acarrear acusaciones de feminidad vergonzosa.

En este contexto de escasa identidad sexual (homo o heterosexualidad) y marcada identidad de género (rol penetrador vs pasivo), los actos sexuales más humillantes eran el cunnilingus, seguido de cerca por la fellatio (así mejor practicados solo por prostitutas o esclavos). Los habitantes de la Isla de Lesbos tenían la reputación de practicar este tipo de actividades. De esta forma, para los antiguos griegos lesbiazein significa fellate, sin ninguna especificidad de género excepto para el receptor.

Respecto al sexo entre mujeres, se suele describir de manera despectiva o como interés voyeuristico, y se imaginan mujeres con enormes clítoris o que adoptan el rol penetrador con la ayuda de prótesis.






En Roma la pederastia con jóvenes nacidos libres deja de estar idealizada, y solo se permite la relación con esclavos, prostitutos o extranjeros, siempre que el ciudadano libre mantenga el rol activo.

No es hasta el s XVIII que se establece el modelo biológico de la diferencia de género. La idea tradicional de que el cuerpo de la mujer no era más que una versión inferior del cuerpo masculino (con los genitales femeninos como versiones internas y a menor escala de los masculinos) se sustituye por una clara diferencia biológica basada en la maternidad, y no como un continuo corporal. 

En un modelo biológico de la sexualidad, el sexo ya no es un encuentro entre un individuo activo y otro pasivo, sino entre seres biológicamente muy diferentes (maternidad). De esta manera, la primera vez que se usa el término heterosexualidad en una revista médica, por James G Kiernan en 1892, se refiere a la "perversión sexual" de mantener relaciones sexuales por razones lúdicas y no reproductoras.

Finalmente, solo a partir de s XIX emerge la idea de que las personas implicadas en actos de "sodomía" son personas diferentes, con una identidad y unos inclinaciones que provienen de unos instintos biológicos anómalos. Antes, cualquier persona podía practicar actos de sodomía en función de su moral. Como Foucault señaló:
"El sodomita era una una aberración ocasional; ahora, el homosexual era una especie"

El término "homosexualidad" se populariza en Europa a partir de Psychopathia Sexualis (1866) de Krafft Ebing, y el concepto "lesbianismo", aparecido por primera vez en 1870, compite con otros como "tribadismo" o "safismo".

























El concepto de la "inversión sexual" fue especialmente popular en el sXIX. Expresaba la creencia de que la gente con deseo por personas del mismo sexo padecían un trastorno de género, es decir se trataba realmente de mujeres en cuerpos de hombre, o viceversa, o incluso un tercer sexo.

Sin embargo existían desacuerdos sobre cual era la relación precisa entre la identidad sexual y el género. Para los defensores del modelo de la inversión sexual los varones homosexuales estaban "feminizados", mientras que los defensores del modelo de paederastia griego defendía que eran, por el contrario, particularmente masculinos (p.e., Benedct Friedländer)


El modelo biológico de sexualidad contemplaba a los homosexuales no como pecadores o criminales, sino como individuos anormales que necesitaban tratamiento


Así, la utilización de la psiquiatría y de la sexología para corregir y curar la desviación sexual presenta una larga tradición. Destaca la terapia de aversión, ampliamente utilizada en 1950s y 19560s para tratar travestidos, transexuales, homosexuales, lesbianas y feticihistas en países que incluían URSS, EEUU, Reino Unido y Canadá. Los varones homosexuales fueron el objetivo prioritario pues el tratamiento formaba parte de las sentencias criminales, que solo ocasionalmente incluían relaciones lésbicas. 






La terapia de aversión implicaba la proyección de imágenes de "objetos sexuales inapropiados" -que incluía al amante habitual-, al sujeto, al que se le inyectaban compuestos como la apomorfina para provocar nauseas y vómitos, o se le sometía a descargas eléctricas que se administraban dos o más veces al día durante un periodo de varias semanas. Los renombrados sexólogos Masters y Johnson, por ejemplo, dirigieron un programa entre 1968 y 1977 para convertir homosexuales en heterosexuales, con la afirmación de un éxito del 71.6% a los 6 años.

La homosexualidad estuvo clasificada oficialmente como una enfermedad mental en el DSM estadounidense hasta 1973, y solo fue posible su eliminación en un marco de cambios sociales generales, grupos activistas gays cada vez más importantes, y la determinación de un psiquiatra de la talla de Robert Spitzer (LGBT Mental Health). La decisión de eliminar la homosexualidad se ratificó tras una votación con una mayoría del 58% de los miembros de la American Psychiatric Association.

Categorías psiquiátricas similares fueron retiradas por la OMS en 1992, de Reino unido en 1994, en Rusia en 1999, y en China en 2001, después de que grupos en favor de los derechos de los gays y psiquiatras disidentes afirmaran que el problema era la homofobia y no la homosexualidad.








2 comentarios:

  1. Interesantísima entrada junto con la que le sigue. Ojalá en la facultad nos enseñaran la psiquiatría de una manera similar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un auténtico placer. Ojalá la docencia fuera respetada, por profesores y estudiantes. No se quien es más responsable, el que no da o el que no exige ...

      Eliminar