"Mirar las cosas de cara, ser capaces de sorprendernos, tener curiosidad y un poco de coraje; saber preguntar y saber escuchar; evitar los dogmas y las respuestas automáticas; no buscar necesariamente respuestas y aún menos fórmulas magistrales" (Emili Manzano)

jueves, 22 de diciembre de 2016

¿FUNCIONAN LOS ANTIDEPRESIVOS? (2 DE 3)


"La evidencia anecdótica es convincente cuando es la propia" (Alan Stone 2010).

Negar la eficacia de los antidepresivos, dice Peter Kramer, puede parecer en principio bienintencionado, con un gran amor por la psicoterapia y el respeto por la complejidad humana. Pero con el tiempo, esta postura se convierte en estigmatizadora, demasiado cercana a la idea de que la depresión es otra cosa, algo menor de lo que la investigación y la práctica demuestran: un trastorno que afecta a múltiples sistemas del cuerpo de manera destructiva y progresiva, y que es absolutamente merecedor de atención médica.

La trilogía de Peter D. Kramer sobre la depresión que empezó con el superventas Escuchando a Prozac (Listening to Prozac, 1993), siguió con Contra la Depresión (Against Depression, 2005), concluye en 2016 con Ordinarily Well.


Against Depression (2005)


CONTRA LA DEPRESIÓN (AGAINST DEPRESSION, 2005)

En Contra la depresión (Against Depression, 2005), Kramer pormenoriza la depresión como uno de los trastornos más discapacitantes de la medicina según la OMS, y lo trata de desvincular del halo romántico y ligado a la genialidad que ha tenido la melancolía a lo largo de la historia.

En este volumen, Kramer cuenta que durante la presentación de su bestseller Escuchando a Prozac (1992) siempre le preguntaban 
"¿Y si Prozac hubiese estado disponible en la época de Van Gogh?"
Cree que se debe al encanto e incluso sensualidad que despiertan muchas personas que padecen depresión, y que no sería distinto a la fascinación que tuvo en otra época padecer, por ejemplo, tuberculosis. 

La aparición de tratamientos eficaces frente a la tuberculosis ha erradicado su hechizo y romanticismo, y de hecho hoy se asocia a connotaciones negativas de pobreza y miseria (Against Depression (2005), p31) Probablemente nadie osaría preguntar 
"Y si los antituberculostáticos hubiesen estado disponibles en la época de Stevenson, Chéjov o Chopen?". 
Ninguna persona secundaría hoy a George Sand en su afirmación 
"Chopen tose con una gracia infinita"

Nadie considera que la depresión debida a las citoquinas liberadas en el cáncer de páncreas sea glamourosa, ni que la depresión por lesiones multiinfarto en áreas cerebrales específicas sea una actitud existencial a respetar. Ni la depresión debida a hipotiroidismo, la anemia, el interferon, etc, ....



If they had had Prozac in the nineteenth centurypor Huguette Martel en The New Yorker (1993). 
Marx abraza el capitalismo, Nietzsche se muestra satisfecho con la gente corriente y Poe hace carantoñas a un cuervo.




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4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Estimado colega,
    Me parece muy provocativa, en el buen sentido de la palabra, la reflexión que evoca la pregunta con la que abres este post ("¿Y si Prozac hubiese estado disponible en la época de Van Gogh?"), pero a partir de ahí sinceramente la entrada es desconccertante.
    Y la analogía de la TBC con la depresión, totalmente desafortunada, y el objetivo de la terapia farmacológica (y lo que podemos esperar de los fármacos) para uno y otro son absolutamente distintos. Se trata de entidades que no tienen nada que ver, salvo por el aura melancólico que pudieran tener en común (y que, honestamente, también pienso que son lugares comunes, más cercanos al mito cultural que a la percepción real de la gente común), lo cual no justifica que se trata de asimilar, ni tan siquiera, entiendo, en sentido metafórico.
    Felices fiestas, Israel.

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  3. Estimado Enrique,
    La pregunta "¿Y si Prozac hubiera estado disponible ..." es menos abstracta de lo que pueda parecer. Es habitual que pacientes y familiares teman iniciar un psicofármaco pues temen dejar de ser "ellos mismos", aunque como dice Kramer en ocasiones los ISRS no solo mejoran el trastorno mental sino que hacen al paciente sentirse más ellos mismos.Por ejemplo, cuando se habla de manera abstracta de la depresión de Virginia Woolf, se asume que es un rasgo de su genialidad y factor determinante en su producción literaria. Por lo tanto, no se debería tratar. En el caso de la persona que sufre (Wolff o la sra del 5º), se debería atender a la persona y no a un aspecto aislado, y si los antidepresivos sirven para eliminar su sufrimiento (y evitar su suicidio), adelante. En este blog se analizó el libro "Majareta: Manía y Depresión", en el que Ellen Forney, artista, habla del proceso diagnóstico, tratamiento y evolución de su propio trastorno bipolar.
    Por otro lado, la analogía TBC y depresión, a mi entender, es afortunada a múltiples niveles. (1) Nos recuerda que las enfermedades son constructos sociales, y por tanto la percepción social, los recursos, y los dispositivos de atención varían (p.e., la obesidad ha pasado de ser un factor de riqueza "admirado" a uno de pobreza a abordar de manera global). (2) Los estados no solo ejercen un control sobre las personas con enfermedad mental grave (como defendía Foucault), también sobre otras amenazas al orden social como los cuadros infecciosos (pacientes con Ébola o TBC resistente que no quieren tratarse).(3) Son condiciones que estuvieron asociadas a los ricos y ahora más frecuentes en los niveles socioeconómicos más bajos. (4) Ambas se ven influidas por el nivel económico del país (5) Para muchas enfermedades ambientales (e.g. la tuberculosis pulmonar) la presencia del factor ambiental (micobacteria) es necesario pero no suficiente, y diversos factores genéticos contribuyen a explicar la diferencia entre los individuos que presentan el fenotipo infección y los que no (e.g., tumor necrosis factor alfa, interferon gamma, y otros factores presentan una h2 75%). Desmonta el mito simplista innato vs adquirido
    Como conclusión, en ambos casos el tratamiento se debe hacer en función del pronóstico individual y no en base a la simple presencia del mycobacterium o a síntomas depresivos.
    Felices Fiestas, Enrique

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    1. Hola, Israel.
      Tu comentario sobre las analogías entre TBC y salud mental me ha traído al recuerdo algo que leí hace tiempo, escrito por una persona que describía su problema etiquetado como trastorno de ansiedad generalizado:

      "La parábola que usan algunos expertos para expresar las crisis existenciales como la mía es la de “infarto psíquico”. Pero el infarto es algo súbito, que te obliga a parar en seco. La neumonía que padecí tras años de trabajo sin fin ni descanso sí que fue un infarto emocional en toda regla, pero lo de ahora tenía un origen más subrepticio y un crecimiento más insidioso. Si quiero dar un sentido metafórico a mis problemas no puedo utilizar ese símil. Tampoco el de “cáncer” me sirve, porque conserva la fatalidad de siempre estar ahí, solo puedes aspirar a estar en “periodo de remisión” o en “fase libre de enfermedad”, pero no curado del todo, por si acaso, porque todos sabemos que es traicionera y en cualquier momento se puede reactivar o aparecer metástasis. Si quiero darle un toque más optimista a mi historia no puedo aceptar cáncer como símbolo. Entonces, en un estallido de júbilo, encontré la metáfora que buscaba: la tuberculosis. Tengo una tuberculosis emocional. Es una enfermedad que se contagia, como el mal o el buen humor; que depende del entorno (unas condiciones de trabajo desbordantes se parecen en cierta manera a una calle sucia, caótica y poco salubre de cualquier ciudad de mediados del siglo XIX), pero que precisa de una serie de condicionantes en el huésped para que se desarrolle (en mi caso, puede decirse que tenía ciertos rasgos neuróticos ocultos, agazapados, esperando a asestar el golpe); que dejada a su libre albedrío es difícil que se cure por sí sola, y que si no se trata adecuadamente tiende a cronificarse; que si te pilla bajo de defensas o si no se trata a tiempo puede ocasionarte problemas gordos o dejarte secuelas de por vida; que dispone de tratamientos que son muy largos que minan la moral de cualquiera; que muchas veces se generan resistencias a la terapia que obligan a cambiar de estrategia; y, por último, que se acompaña de un estigma social importante. Ahí está, toco cuadra. El único argumento en contra de usar este símil es que a la tisis la rodea un aura sentimental, mientras que tener ansiedad no tiene nada de romántico. Por todo lo demás, me sirve. Así que, para adelante."

      Como ves -sí, en eso estoy contigo-, la TBC tiene una proyección social que aún es demasiado poco real...
      :-)

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