"Mirar las cosas de cara, ser capaces de sorprendernos, tener curiosidad y un poco de coraje; saber preguntar y saber escuchar; evitar los dogmas y las respuestas automáticas; no buscar necesariamente respuestas y aún menos fórmulas magistrales" (Emili Manzano)

viernes, 22 de abril de 2016

EL MEJOR SISTEMA DE SALUD DEL MUNDO: MEDICINA Y POLÍTICA


El Sistema Nacional de Salud Británico, el NHS, surgió en 1948, producto de la fe en el racionalismo científico. Se diseñó como un engranaje para hacer accesible los beneficios de la medicina científica. Ingenuamente se consideraba que el sistema se autofinanciaría: mayor accesibilidad a tratamientos, menos personas en edad de producir enfermas. Sin embargo, pronto quedaría claro que: 
"No existe virtualmente ningún límite a la cantidad de cuidados médicos de los que se puede beneficiar un individuo. No se trata únicamente de un aumento enorme y veloz de los problemas clínicos que son susceptibles de tratamiento. También existe una enorme variabilidad en la calidad de los tratamientos de estas condiciones ...  No existe un problema clínico, desde los más triviales a los más graves, que no sea susceptible de diferentes tratamientos  que bajo distintas circunstancias determinan un amplio rango de habilidades, confort, cuidados, privacidad, eficiencia, y demás." 
"[Por último,] existe el efecto multiplicador del tratamiento médico exitoso. La mejora de la supervivencia conduce a unas vidas que requieren más cuidados médicos. Si la calidad de las vidas preservadas a partir de los avances médicos es de peor calidad (médicamente hablando), las exigencias serán de mayor intensidad. En resumen, el hambre de tratamiento médico vient en mangeant"
Enoch Powell (1912-98), controvertido político, lingüista y poeta,
Ministro de Salud Británico (1960-1963) en Medicine and Politics (1966)






Por lo tanto el énfasis se desvió hacia la búsqueda de la efectividad, una medida cuestionable de obtener más por menos (aunque no quede claro que ese más sea significativo como, por ejemplo, el recorte de las listas de espera que sólo generan un efecto llamada). Con este nuevo objetivo, el interés se desplaza hacia el management.

Los políticos y gestores argumentan que una mayor inversión en gestión y administración se compensará con el aumento de la eficiencia; los críticos argumentan que es dinero desviado del cuidado del paciente, de la contratación de médicos y enfermeras. El peligro de fomentar una "cultura de los indicadores" es que minan la vocación y producen una cultura del cumplimiento en la que sólo se hace lo que se mide.

Como siempre cuando las políticas decepcionan/fracasan, se suele concluir que se ha producido un fallo en la ejecución por parte de los profesionales clínicos en lugar del diseño, como por ejemplo los interrogantes previos sobre si los objetivos son realistas y compatibles con otras funciones de los dispositivos.

En los últimos años el giro es hacia la supervisión de la calidad. Sin embargo, cuanto más efectivo sea un sistema de control de la calidad, con mayor frecuencia parecerá haber fracasado al poner al descubierto los ejemplos puntuales de prácticas deficitarias que son inevitables en cualquier organización tan compleja y que depende tanto de dinamizar tantas habilidades diferentes como los sistemas de salud. En otras palabras, centrarse en la calidad puede alimentar el deseo de una seguridad total que nunca podrá ser satisfecho. Si ese es el caso, los sistemas de calidad ocuparán los titulares de los medios de comunicación de tanto en tanto, como en el caso del NHS británico


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