Foucault y los antipsiquiatras están gravemente equivocados al pensar que la Psiquiatría, o mejor, su racionalismo científico, es la corriente dominante.
El pensamiento racional siempre ha estado a la defensiva, y una rápida mirada a sucesos alrededor del mundo justifica esta afirmación. Los derechos humanos, la tolerancia, los ideales cosmopolitas e incluso la ciencia, se encuentran bajo el asalto de las fuerzas del fanatismo religioso, el provincialismo cultural, y las reacciones autoritarias.
Al criticar la Psiquiatría y el racionalismo científico, el postmodernismo ignora el análisis de los movimientos Anti-Psiquiatría. Éstos se revelan como autoritarios, de mente cerrada, y caducos, y apenas merecen ser estudiados hoy.
La Psiquiatría se debe analizar y criticar dentro del contexto de los movimientos que se le oponen y no sobre un punto de referencia abstracto.
Sin lugar a dudas se debe criticar que los psiquiatras, como otros profesionales sanitarios, de manera informal o establecida por la ley, lleven a cabo ciertas formas de control sobre ciertos individuos. Pero también han contribuido a la transformación de la sociedad civil a través de su ataque a tratamientos crueles y brutales, el dogmatismo religioso, el analfabetismo, la superstición, la xenofobia, y las conductas abusivas (maltrato, abusos).
Los ideales del racionalismo científico muestran afinidad con los movimientos anti-autoritarios. Se apoya la visión cosmopolita sobre el localismo/nacionalismo, la razón sobre la intuición, el escepticismo sobre la tradición, y la libertad sobre la autoridad. Desde el principio se trata de dos corrientes en conflicto, la crítica descontextualizada de uno sólo es una ficción.
El postmodernismo y la antipsiquiatría pueden ofrecer perspectivas sobre la génesis histórica y los usos sociales de la teoría de la relatividad o la terapia electroconvulsiva, pero no debería intentar realizar juicios filosóficos sobre su eficacia. Con frecuencia sus defensores infravaloran la importancia de la metodología y las implicaciones prácticas de que los enunciados son vistos como provisionales y sujetos a revisión a la luz de la investigación futura.
Los cambios se producen en base a que los métodos antiguos ya no pueden solucionar problemas nuevos, no porque los filósofos se embarquen en una crítica abstracta del método científico.
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Estoy de acuerdo en que los antipsiquiatras no están dispuestos a debatir y existe mucho dogmatismo en ellos, mientras asumen el papel de gente de bien que quieren la libertad del paciente y evitarle cualquier daño (“trauma” por la hospitalización o efectos secundarios del tratamiento psiquiátrico, inclusive psicológico). Y también estoy de acuerdo en que casi todas sus críticas están desfasadas.
ResponderEliminarRestan poder a los profesionales para depositarlos en los pacientes o profesionales -a veces psicólogos que rechazan la psicoterapia-, por ejemplo, Argentina que se ha vuelto modelo a imitar en Sudamérica, con radios para pacientes, huertos, teatro, etc.
Los movimiento antipsiquiatras, atacan a la psiquiatría por una supuesta violación a los derechos humanos y sus decisiones “autoritarias” (internamiento involuntario, TEC).
Mi pregunta sería sobre esto que no entendí: “La Psiquiatría se debe analizar y criticar dentro del contexto de los movimientos que se le oponen y no sobre un punto de referencia abstracto” y “No debería intentar realizar juicios filosóficos sobre su eficacia. ¿Cuáles sería esos juicios filosóficos que ellos utilizan? Podría ampliar esa explicación, por favor.